Una pizarra de 7.32 x 1.22 m, suficientes tizas, varios micrófonos de contacto para recolectar el sonido…
¿Recuerdas cuando aprovechabas cualquier soporte y material de trazado para dejar tu huella y marcar tu territorio? Era un auténtico placer pintar a hurtadillas y descubrir que determinadas piezas (yeso, ceras…) podían dejar marcas en cualquier superficie. En cierto modo participabas sobre tu entorno a través del juego, tomabas decisiones sobre él.
¿Y si recuperamos esta acción y vamos más allá?
¿Qué pasaría si mientras viajas sobre una pizarra utilizando como vehículo una tiza, pudieras oír su trazado? ¿Y si oyeras los trazados de otros? Haríamos evidentes sonidos que han estado siempre ocultos, el pequeño trazado ensimismado trascendería y se convertiría en algo a compartir. La participación se hace oír.
Aquí podéis ver un fragmento de lo ocurrido dentro del Festival de Cultura en la Calle 2014, en Rivas-Vaciamadrid (Madrid)
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