Paul Westheim se acercó al arte precolombino desde su llegada a México. Escribió el ensayo “El textil del arte antiguo” (1948) y de inmediato presentó Arte antiguo de México (1950), al que le siguieron varios títulos más. La relevancia de estas tesis radica en el modelo propuesto: retomó los estudios locales previos (Salvador Toscano, Eulalia Guzmán y Alfonso Caso) y los sumó a su propia formación, reinterpretando las ideas de Alois Riegl, Wilhelm Worringer, Rudolf Otto, Ernst Cassirer y Carl Einstein. Su reflexión estética partió del mito, la religión, la concepción de la naturaleza y las estructuras sociales de estas comunidades.
Para llevar a cabo dichas investigaciones, el autor se sirvió de material visual diverso y de colecciones específicas. Además de las visitas a los emplazamientos más significativos, recurrió a la colección de lo que era el Museo Nacional de México y a acervos privados, entre los que destacan los de Kurt Stavenhagen, Diego Rivera y Mathias Goeritz. Asimismo, estos estudios le permitieron colaborar de nueva cuenta con Ernst Rathenau, otro importante editor de las vanguardias alemanas que emigró y, en su paso por México, trabajó como fotógrafo de arqueología.