Cuba's cigar factory Reader has been educating and entertaining cigar makers since the late 1800s. Born of the then-illiterate tobacco workers’ eagerness to have daily news read to them, the Reader evolved as a lecturer of sorts. For over a century, the tobacco leaves rolled by the cigar makers have been imbued with the Reader’s poetry readings and narration of masterpieces of world literature. Though the Reader is today an endangered species, some have become troubadours who, like Juan, spend hours memorizing poems at the public library and no longer talks in prose.
Desde finales del siglo XIX el lector de tabaquería en Cuba ha venido cultivando y entrete-niendo a los torcedores de tabaco en las manufacturas de puros. Fruto de la demanda de los tabaqueros, en un principio analfabetos, el lector pasó a ser un original trovador. Durante más de un siglo, sus recitales de poesía y lecturas de las obras maestras de la literatura universal han empapado las hojas de tabaco que los cigarreros retuercen monótonamente durante diez horas al día. Aunque el lector es hoy una especie en extinción, algunos, como Juan, memorizan poemas a diario en la biblioteca pública y hace años que dejaron de hablar en prosa.