Amalia Sato se considera traductora, docente, abuela. Omite decir que: en cuanto traductora, es además una intérprete oportuna de las intenciones artísticas y literarias de otros; en tanto docente, de cada reunión uno se lleva consigo una idea nueva (como tirarse el IChing y apoyarle la copa de vino arriba mientras se sigue conversando de viajes y películas); y como abuela, si es tan pedagógica, brillante y lúdica como cuando practica kamishibai 紙芝居, entonces es la tutora y cómplice perfecta.